Juan de Mariana

1536–1624

Biografía

Juan de Mariana fue uno de los destacados pensadores del Siglo de Oro español. Hijo ilegítimo de Juan Martínez de Mariana, deán de Talavera, nació en Puebla Nueva (Talavera) en 1536 y murió en Toledo en 1624. Desde muy joven destacó por su inteligencia y a los 17 años se inscribió en la Universidad de Alcalá, fundada por el Cardenal Cisneros. El primer día de enero de 1554, inmediatamente después de haber solicitado su ingreso, entró en la Compañía de Jesús, con Luis de Molina. Durante el noviciado estuvo bajo la tutela de Francisco de Borja, con quien se compenetró enseguida. Terminado el noviciado y su periodo de formación en Alcalá, la Compañía lo envíó a enseñar en el Colegio Romano, para donde partió a principios de 1561. Cuatro años más tarde marchó a Loreto y de allí a Sicilia. Pasó ocho años en Italia, desde donde se trasladó a París, en 1569, para enseñar en la Universidad de La Sorbona. Allí se doctoró. Sus enseñanzas teológicas de la Suma de Santo Tomás en la universidad parisina le reportaron merecida fama de orador, y, en vista de su sabiduría, a sus clases asistía siempre una gran cantidad de estudiantes.

En 1572 Mariana vivió en primera persona la Matanza de París y quedó hondamente impresionado por el uso violento que se hizo de la religión con fines políticos. Dos años más tarde, al morir el rey de Francia, que había provocado la masacre de los hugonotes, el P. Mariana obtenía la aceptación de su dimisión de la Cátedra de Teología. Ese mismo año, 1574, regresó a España por Flandes, y se instaló en un convento de jesuitas en Toledo. A partir de entonces, el P. Mariana se dedicó al ministerio sacerdotal y a escribir obras de encargo. Simultáneamente comenzó una silenciosa labor investigadora sobre numerosos temas históricos, políticos y económicos, que no comenzó a publicar hasta una década y media más adelante.

En 1579 se convirtió en censor de la Biblia Políglota o Regia de Arias Montano, y sorprendió a todos con un dictamen favorable. La fundamentación lingüística y teológica de su dictamen hizo que, a partir de entonces y hasta fin de siglo, no cesaran de encargarle la censura de un sinfín de obras. A mediados de la década de los 80, su amigo García Loaysa fue nombrado preceptor del príncipe Felipe, después Felipe III. Desde entonces Mariana y Loaysa mantuvieron una frecuente comunicación, en la que compartían sus ideas sobre los conocimientos que debía adquirir el príncipe.

Pensamiento

De rebus Hispaniae, publicada en 1592, es la primera obra que Mariana publicó por voluntad propia. Es también la primera Historia de España, única durante más de dos siglos y medio. En esa misma década de los 90 comenzó a estudiar cuestiones monetarias. En 1598, su gran amigo García de Loaysa fue nombrado Arzobispo de Toledo y le pidió a Mariana que continuara siendo su mentor. Las esperanzas que Mariana albergaba sobre la evolución positiva de los hechos se esfumaron pronto. Ese mismo año, tras un largo calvario, murió Felipe II; al año siguiente falleció inesperadamente el propio Loaysa. El último año del siglo XVI el talaverano publicó tres libros, en los que llevaba varios años trabajando.

Al que más tiempo le dedicó fue al compendio de las obras de San Isidoro, que, de no haber sido por el tamaño del proyecto, habría sido una más de las muchas obras de encargo que realizó. A su lado está De ponderibus et mensuris, obra en la que trabajó durante los últimos años de su vida. La trilogía se completa con De rege et regis institutione, un libro para la educación del príncipe, elaborado durante los primeros años en los que Loaysa fue el responsable de la educación del futuro rey. Al contrario que Maquiavelo o Bodino, Mariana dedica la mayor parte de esta obra a establecer límites claros al poder político. En ella explica, siguiendo la tradición artistotelicotomista, que la sociedad es anterior al poder político y que, por lo tanto, aquélla puede recuperar sus derechos originales, si el Gobierno no le es de utilidad. Además, desarrolla la doctrina del tiranicidio, extensamente aceptada entre los autores escolásticos, ampliando el derecho de matar al tirano a un individuo cualquiera.

Una década más tarde se publica en Colonia su Septem tractatus, cuya cuarta parte es su famoso De Monetae mutatione, De la alteración de la moneda. Con esta obra el Padre Mariana concluía sus investigaciones monetarias. En ella hace una dura denuncia de robo contra aquellos gobernantes que usaban el recurso que hoy llamaríamos inflación para financiar los gastos del Estado. Mariana no sólo explica la nefasta procedencia de esta política económica, sino que la denuncia como una aberración desde el punto de vista del derecho.

Nada más publicarse la obra, el Padre Mariana es denunciado, encerrado y enjuiciado en un proceso impulsado por el propio rey y su valido, el Duque de Lerma. A los 73 años, después de esperar un final tranquilo, gracias a los servicios prestados a diversas instituciones de España, el jesuita se ve solo y necesitado de defensa frente a los catorce delitos de los que fue acusado por el fiscal Gil de Mota. Debido a su ferviente pasión por lo que consideraba lo verdadero y lo justo, nunca se retractó de lo que escribió en ese libro, a pesar de las graves acusaciones que contra él se vertieron. Después de año y medio de ser llevado cautivo al convento de San Francisco el Grande de Madrid, Mariana salió libre, pero sin que aun se conozca resolución alguna.

A pesar de no haber sido condenado, no le quedaron ganas de volver a escribir sobre asuntos de carácter político o social. Desde entonces se dedicó a la reedición de sus obras y a la publicación de otras nuevas, de carácter erudito y teológico. Vivió hasta los ochenta y ocho años, lo que le permitió ver cómo sus enemigos pagaban en vida las fechorías que habían cometido contra él y contra el pueblo español. En 1624 murió en Toledo. Entonces su vida era ya un ejemplo para jóvenes literatos y científicos españoles, por su valentía y su defensa de la libertad. Entre sus seguidores figuran grandes hombres y escritores, como Francisco de Quevedo y Villegas, Lope de Vega, y Tamayo y Vargas.

Obras principales

  • 1581 Manual para la administración de los sacramentos
  • 1586 De rebus Hispaniae
  • 1599 Edición Grial de las Obras de San Isidoro
  • 1599 De ponderibus mensuris
  • 1599 De rege et regis institutione
  • 1600 Epítome de la biblioteca de Focio
  • 1607 El cronicón de Luca de Tuy
  • 1609 Septem tractatus
Juan de Mariana

Ideas originales
Inflación como impuesto ilegitimo y encubierto

Juan de Mariana

1536–1624
Juan de Mariana

Biografía

Juan de Mariana fue uno de los destacados pensadores del Siglo de Oro español. Hijo ilegítimo de Juan Martínez de Mariana, deán de Talavera, nació en Puebla Nueva (Talavera) en 1536 y murió en Toledo en 1624. Desde muy joven destacó por su inteligencia y a los 17 años se inscribió en la Universidad de Alcalá, fundada por el Cardenal Cisneros. El primer día de enero de 1554, inmediatamente después de haber solicitado su ingreso, entró en la Compañía de Jesús, con Luis de Molina. Durante el noviciado estuvo bajo la tutela de Francisco de Borja, con quien se compenetró enseguida. Terminado el noviciado y su periodo de formación en Alcalá, la Compañía lo envíó a enseñar en el Colegio Romano, para donde partió a principios de 1561. Cuatro años más tarde marchó a Loreto y de allí a Sicilia. Pasó ocho años en Italia, desde donde se trasladó a París, en 1569, para enseñar en la Universidad de La Sorbona. Allí se doctoró. Sus enseñanzas teológicas de la Suma de Santo Tomás en la universidad parisina le reportaron merecida fama de orador, y, en vista de su sabiduría, a sus clases asistía siempre una gran cantidad de estudiantes.

En 1572 Mariana vivió en primera persona la Matanza de París y quedó hondamente impresionado por el uso violento que se hizo de la religión con fines políticos. Dos años más tarde, al morir el rey de Francia, que había provocado la masacre de los hugonotes, el P. Mariana obtenía la aceptación de su dimisión de la Cátedra de Teología. Ese mismo año, 1574, regresó a España por Flandes, y se instaló en un convento de jesuitas en Toledo. A partir de entonces, el P. Mariana se dedicó al ministerio sacerdotal y a escribir obras de encargo. Simultáneamente comenzó una silenciosa labor investigadora sobre numerosos temas históricos, políticos y económicos, que no comenzó a publicar hasta una década y media más adelante.

En 1579 se convirtió en censor de la Biblia Políglota o Regia de Arias Montano, y sorprendió a todos con un dictamen favorable. La fundamentación lingüística y teológica de su dictamen hizo que, a partir de entonces y hasta fin de siglo, no cesaran de encargarle la censura de un sinfín de obras. A mediados de la década de los 80, su amigo García Loaysa fue nombrado preceptor del príncipe Felipe, después Felipe III. Desde entonces Mariana y Loaysa mantuvieron una frecuente comunicación, en la que compartían sus ideas sobre los conocimientos que debía adquirir el príncipe.

Pensamiento

De rebus Hispaniae, publicada en 1592, es la primera obra que Mariana publicó por voluntad propia. Es también la primera Historia de España, única durante más de dos siglos y medio. En esa misma década de los 90 comenzó a estudiar cuestiones monetarias. En 1598, su gran amigo García de Loaysa fue nombrado Arzobispo de Toledo y le pidió a Mariana que continuara siendo su mentor. Las esperanzas que Mariana albergaba sobre la evolución positiva de los hechos se esfumaron pronto. Ese mismo año, tras un largo calvario, murió Felipe II; al año siguiente falleció inesperadamente el propio Loaysa. El último año del siglo XVI el talaverano publicó tres libros, en los que llevaba varios años trabajando.

Al que más tiempo le dedicó fue al compendio de las obras de San Isidoro, que, de no haber sido por el tamaño del proyecto, habría sido una más de las muchas obras de encargo que realizó. A su lado está De ponderibus et mensuris, obra en la que trabajó durante los últimos años de su vida. La trilogía se completa con De rege et regis institutione, un libro para la educación del príncipe, elaborado durante los primeros años en los que Loaysa fue el responsable de la educación del futuro rey. Al contrario que Maquiavelo o Bodino, Mariana dedica la mayor parte de esta obra a establecer límites claros al poder político. En ella explica, siguiendo la tradición artistotelicotomista, que la sociedad es anterior al poder político y que, por lo tanto, aquélla puede recuperar sus derechos originales, si el Gobierno no le es de utilidad. Además, desarrolla la doctrina del tiranicidio, extensamente aceptada entre los autores escolásticos, ampliando el derecho de matar al tirano a un individuo cualquiera.

Una década más tarde se publica en Colonia su Septem tractatus, cuya cuarta parte es su famoso De Monetae mutatione, De la alteración de la moneda. Con esta obra el Padre Mariana concluía sus investigaciones monetarias. En ella hace una dura denuncia de robo contra aquellos gobernantes que usaban el recurso que hoy llamaríamos inflación para financiar los gastos del Estado. Mariana no sólo explica la nefasta procedencia de esta política económica, sino que la denuncia como una aberración desde el punto de vista del derecho.

Nada más publicarse la obra, el Padre Mariana es denunciado, encerrado y enjuiciado en un proceso impulsado por el propio rey y su valido, el Duque de Lerma. A los 73 años, después de esperar un final tranquilo, gracias a los servicios prestados a diversas instituciones de España, el jesuita se ve solo y necesitado de defensa frente a los catorce delitos de los que fue acusado por el fiscal Gil de Mota. Debido a su ferviente pasión por lo que consideraba lo verdadero y lo justo, nunca se retractó de lo que escribió en ese libro, a pesar de las graves acusaciones que contra él se vertieron. Después de año y medio de ser llevado cautivo al convento de San Francisco el Grande de Madrid, Mariana salió libre, pero sin que aun se conozca resolución alguna.

A pesar de no haber sido condenado, no le quedaron ganas de volver a escribir sobre asuntos de carácter político o social. Desde entonces se dedicó a la reedición de sus obras y a la publicación de otras nuevas, de carácter erudito y teológico. Vivió hasta los ochenta y ocho años, lo que le permitió ver cómo sus enemigos pagaban en vida las fechorías que habían cometido contra él y contra el pueblo español. En 1624 murió en Toledo. Entonces su vida era ya un ejemplo para jóvenes literatos y científicos españoles, por su valentía y su defensa de la libertad. Entre sus seguidores figuran grandes hombres y escritores, como Francisco de Quevedo y Villegas, Lope de Vega, y Tamayo y Vargas.

Obras principales

  • 1581 Manual para la administración de los sacramentos
  • 1586 De rebus Hispaniae
  • 1599 Edición Grial de las Obras de San Isidoro
  • 1599 De ponderibus mensuris
  • 1599 De rege et regis institutione
  • 1600 Epítome de la biblioteca de Focio
  • 1607 El cronicón de Luca de Tuy
  • 1609 Septem tractatus

Ideas originales
Inflación como impuesto ilegitimo y encubierto